Él definitivamente es un cero a la izquierda. Va a ver al niño y se pasa dos horas con él viendo TV. Nada de tirarse con él a jugar en el piso – dice una madre-
No deberías hablar así, en frente del niño, aunque es muy pequeñito, los peques absorben todo, son esponjas –expresa otra madre-
Da igual, de todos modos el niño no lo quiere – explica con cara de pocos amigos-
¡Pero claro, es totalmente normal escuchando como te expresas de su padre!…
Es muy lamentable cuando presenciamos conversaciones como esta. Muchas madres divorciadas no saben separar al hombre del padre. Así que inconscientemente castigan a la ex pareja a través de los hijos.
No existe nada más peligroso que un corazón herido y lastimado, porque esos sentimientos negativos nos manejan como títeres y se convierte en una bola de nieve que arrastra todo a su paso (a nosotros, el ex y los hijos).
Quizás pensemos que solo castigamos al ex al alejarlos de los hijos, pero no es así. Todos los pequeños necesitan tanto de la madre como del padre para crecer física y emocionalmente sanos.
Los ponemos en la posición de decidir entre un padre y otro, esto les causa mucha ansiedad porque los ama a ambos. Por otro lado, estamos desarrollando sentimientos negativos y tóxicos que se revertirán tarde o temprano sobre nosotras mismas y todas las personas que le rodean.
Siempre decimos que “los sentimientos no discriminan”. Si llenas un corazón de resentimiento, frialdad, rabia y rencor es lo único que ese corazón será capaz de dar porque es lo único que posee.
No hablemos mal de papá sin importar quién sea, nuestros pequeños crecen y como adultos serán capaces de ver quiénes son sus padres y apreciarlos en su justo valor.
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